Cómo limpiar un tapiz

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Un tapiz es un imán para el polvo en el aire, el suelo y las partículas de humo. Si la suya es una pieza valiosa o muy antigua, límpiela profesionalmente para evitar daños irreparables. Los tapices que se pueden limpiar en casa aún deben tratarse con extrema precaución: no lavar en lavadoras. La mayoría de las veces, es mejor omitir la inmersión en un baño de agua con detergente suave porque el estrés puede dañar las fibras y afectar el tinte de muchas maneras. Pruebe una limpieza en seco o esponjosa moderadamente prudente para obtener mejores resultados.

Aspire su tapiz para eliminar la suciedad suelta y la tierra que pueden degradar las fibras o empaparlas si la pieza se moja. Coloque una pieza de pantalla sintética, no metálica, sobre el tapiz y use un accesorio de tapicería para aspirarlo. No intente esto con una pieza bordada o cosida bordada o vieja; hilos sueltos o cuentas podrían ser desalojados por la succión.

Pruebe un solvente seco o un detergente suave en una esquina discreta del tapiz aplicando delicadamente el limpiador con un paño blanco. Espere unos minutos para determinar si el limpiador está difuminando o desvaneciendo el tinte. Presione un paño blanco seco en el lugar para absorber la mayor cantidad de limpiador posible. Verifique el color de las telas blancas para determinar la solidez del color.

Extienda el tapiz sobre una toalla blanca limpia y trabaje en una sección a la vez, aplicando la solución de limpieza (jabón recomendado o solución de limpieza en seco) con un paño limpio y extrayendo la humedad con un paño seco. No remoje las fibras ya que pueden hincharse y distender el patrón.

Aspire nuevamente el tapiz para quitar cualquier suciedad que se haya aflojado con la limpieza.

"Enjuague" el limpiador de las fibras con agua destilada, usando una esponja limpia que haya sido escurrida casi seca para presionar ligeramente contra la superficie del tapiz. Presione nuevamente con otro paño limpio o toalla sin pelusa para absorber toda la humedad posible de las fibras.

Deje que el tapiz se seque por completo antes de volver a colgarlo. Manténgalo acostado sobre toallas blancas, secas y limpias, y déle la vuelta para que el aire llegue a ambos lados. Esto evita que se forme moho en la parte posterior, donde las fibras tocan la pared, y evita la tensión en las fibras mojadas o húmedas que podrían estirarse bajo el peso.

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